viernes, 11 de febrero de 2011

Vamos con la cetosis: nociones sobre el metabolismo

Como quiera que es un tema que ya ha salido algunas veces, que me ha sido solicitado recientemente y que se encuentra en la base de muchas de las dietas restringidas en glúcidos, me decido hoy a hablar de la cetosis, eso sí, desde un punto de vista algo más científico de lo que he visto por ahí, si bien, y para evitar "largar" una lección demasiado intensa, podría tomarme algunas licencias que (me perdonen los puristas) permitan una lectura sosegada de lo que viene a continuación a casi todo el mundo.

El problema radica en que para abordar con propiedad este ítem necesitamos conocer algo de cómo funciona el metabolismo de glúcidos y lípidos en la casi totalidad de las células que se cuentan en el planeta.

Esquema general del metabolismo. Tomado de Agrega bajo licencia Creative Commons.
Lo primero que vamos a hacer es definir el término metabolismo como el conjunto de reacciones bioquímicas que tienen lugar en el organismo; de entre ellas destacamos dos tipos, las dos grandes ramas del metabolismo, que son el anabolismo (construir grandes moléculas a partir de moléculas sencillas y energía) y el catabolismo (descomposición de grandes moléculas a otras más pequeñas generando energía en el proceso).


De lo dicho anteriormente, está claro que en los procesos de crecimiento y desarrollo, así como en los de engorde, la función predominante es el anabolismo. La energía necesaria para el día a día se obtiene de las reacciones catabólicas.

Empecemos nuestro estudio por una molécula de glucosa que es transportada al interior celular con la intención de degradarla en sus componentes  últimos (desde el punto de vista de nuestro organismo) que son anhídrido carbónico y agua, liberando energía en ese proceso.

El catabolismo de los monosacáridos va a tener dos grandes fases que, por su importancia, van a ser usadas en otras reacciones metabólicas. A estas fases se las conoce como glucolisis y ciclo de Krebs.


Molécula de glucosa.
Autor: Rob Hooft. 
Licencia Creative Commons.
En la glucolisis, de una molécula de glucosa (seis átomos de carbono) se obtienen dos moléculas de ácido pirúvico (tres átomos de carbono cada una), así como dos  moléculas que transportan un par de hidrógenos cada una, de esos que tan abundantes resultan en imagen.

El asunto de los átomos de hidrógeno no es trivial, ya que es en ellos donde radica fundamentalmente la reserva de energía química presente en la molécula (en la de glucosa, en el resto de azúcares, en las grasas...); ello se debe a que las reacciones catabólicas son fundamentalmente (en último término) oxidativas, esto es, el resultado de combinar átomos de oxígeno con otros átomos (carbono, hidrógeno) para formar dióxido de carbono y agua, obteniéndose energía en el proceso. La causa de la obtención de esa energía, de una forma un tanto aproximada, podríamos decir que radica en que el oxígeno, ubicuo, es una especie de lugar común hacia lo que todo tiende (como una pelota tiende al suelo); los otros átomos atesoran tanta más energía cuanto más elevados estén de ese suelo y el más distante es el de hidrógeno.

Bueno, creo que por hoy ya está bien, que luego estos posts me salen un poco farragosos. En el siguiente vemos algo de la glucolisis, que ya ha salido a colación en entradas anteriores por ser, en cierta forma, el proceso "contrario" a la gluconeogénesis.