viernes, 13 de abril de 2012

Empiezo a poner tareas: fitoestrógenos y xenoestrógenos.

Voy a empezar con la filosofía que nos marcamos en el post antepasado y lo hago poniendo "tareas" a los lectores. Quiero primero animar a los que aún no escriben a que lo hagan, ya que no vamos a descargar toda la responsabilidad en Jesús y GranKan. Es por ello que son bienvenidas todas las aportaciones, aunque se limiten a una búsqueda web y la traslación de los datos.

Además, os libro de "pestiños" como el que me salió en la última entrada y que, de vez en cuando, me brotan con una naturalidad punto menos que preocupante.

Un seguidor, Javi, me ha mandado por otro cauce un texto en el que, entre otras cosas, se habla de la importancia que tienen los fitoestrógenos y xenoestrógenos que pueden estar presentes en nuestros alimentos. Efectivamente, en esto de la obesidad, el sexo y las hormonas sexuales no son neutrales: las mujeres tienen más papeletas. Ciertos alimentos, destaca especialmente la soja, acumulan de forma natural sustancias vegetales que imitan la acción en nuestro organismo de los estrógenos; otras sustancias que nos rodean, alimentarias o no (se han señalado componentes de los plásticos, entre otras), penetran en nuestro organismo y ejercen acciones hormonales en la línea reseñada.

Bueno, pues con esos mimbres, a ver quién se da una vuelta por la red y nos trae carnaza dialéctica para hacer el cesto. Os espero. Especialmente a los que no os prodigáis.

domingo, 8 de abril de 2012

¡VIVA LA ESTADÍSTICA!

Bueno, como lo prometido es deuda, ahí os largo ese título, que para algunas opiniones será algo provocador.

En efecto, aquéllos a los que la Ciencia les viene larga o les produce cierta desazón (¿no serán, acaso, fenómenos muy relacionados?) esto de vitorear a la Estadística les tiene que sonar tan mal como cuando lo hice con la Química. Efectivamente, a buen seguro que disponen ya del arsenal de chistes malos, falsos conceptos y prejuicios infundados que, a su -digamos- entender, justifican su alejamiento de las ciencias.

Pero como no es a esos a los que me dirijo, ya sobran palabras. Los demás están convocados a dar su opinión, que no ha de ser coincidente con la que yo exprese, como ha quedado patente, sin ir más lejos, en los comentarios de la entrada anterior.

Y ahora os cuento el porqué de mi reivindicación de la Estadística en este punto. Si recordáis el "pique" entre GranKan y Jesús en el que medié convocando a un ejercicio de inteligencia compartida, estaréis en el punto de partida para entender la necesidad de esta disciplina.

Resumiendo -tal vez en exceso- las posturas, Jesús abogaba porque la difusión de una cierta "dieta occidental contemporánea" a diversas zonas del planeta había llevado a esos territorios las enfermedades metabólicas y relacionadas; GranKan contraponía el hecho de que no todas las personas sometidas a esas dietas manifestaban los mismos signos. Aquél se basaba en esa evidencia para acusar a la dieta basura de ser la causante de la enfermedad; éste reclamaba un carácter multifactorial de estas enfermedades en el que habría que dilucidar cuál era el grado de influencia de la dieta, junto con el de la carga genética, hábitos, etc.

Bueno, pues a mi parecer, los dos tienen razón y se la da la estadística. Estoy con Jesús en que la dieta basura, que yo resumo bajo el epígrafe de glúcidos baratos-lípidos baratos-proteínas baratas-sabores primarios-facilidad para consumir está detrás de la epidemia. Y a GranKan le diría que mire con ojos de mirar poblaciones, no de mirar individuos, como cuando planea o ejecuta una campaña vacunal sobre una cierta especie: no miramos al individuo, miramos  a la población. Y eso se hace con ojos estadísticos. Y cuando así se mira, se ve que allí donde ha llegado esa dieta, ha llegado la enfermedad. Se calcula que veinte años después de que la dieta se imponga en un país, los casos de anomalías metabólicas empiezan a aparecer de forma masiva. Si alguien mira las estadísticas de diabetes tipo 2 o de obesidad en China, se le pondrán los vellos de punta: están destrozando las suposiciones más catastrofistas.

Pero también la estadística le da la razón a mi amigo GranKan: los problemas metabólicos son multifactoriales, como lo es el carácter peso en el hombre y en todas las especies próximas: se trata de eso que los genetistas denominan QTL (Quantitative Traits Loci/caracteres genéticos cuantitativos), que se analizan estadísticamente, por contra de los célebres guisantes de Mendel y otros caracteres que se manifiestan de una forma u otra de una manera nítida. En este punto, tal vez tengamos que mirar el problema desde una perspectiva multivariante, sabiendo que nos vamos a encontrar con varias variables que influyen en la observación y que nuestro trabajo será agruparlas, asignarles porcentajes de influencia, establecer correlaciones entre ellas, etc. Y en ese enfoque, junto con la dieta vamos a encontrar el repertorio de genes del individuo o de la población, los hábitos, el nivel adquisitivo del individuo, su nivel cultural, etc.

Las correlaciones entre variables son, en el análisis de estas enfermedades, de vital importancia. Esa es la razón de que, por ejemplo, esté en parte de acuerdo con Jesús y en parte no. Como sabéis, este blog nació bajo el influjo de las dietas de bajo índice glucémico; Jesús acusa a la comida basura y se desmarca del índice glucémico. Creo que los dos nos tenemos una amplia zona de encuentro gracias a las correlaciones: una de las características de las dietas basura es que la mayor parte de los alimentos que las integran muestran unos índices glucémicos e insulinémicos elevadísimos: y ahora, nos peleamos por los matices.

De momento lo dejo ahí. Como quiera que estoy pensando dónde van los puntos de luz o cuál ha de ser el azulejo de los cuartos de baño, creo que no me ha salido un buen post. Ruego disculpas. Por eso lo corto y lo someto a vuestra consideración para que se complete durante el debate de los comentarios. Saludos.